"Poco a poco se desarrolla en mi imaginación, lo que era tan sólo deseo adquiere formas reales." Vasili Kandisky

La exposición Cromo exhibe una serie inédita de 72 papeles de 77 x 57 cm creadas por Luisa Freixas en los últimos dos años.

Esta producción, con este formato, ha llevado a la artista a un proceso de búsqueda, síntesis y sincretismo como nueva forma de experimentación.

Luisa trabaja en esta serie distribuyendo la pintura y condensándola con mesura y desmesura en cada pequeño espacio dando lugar a una experiencia que se deia habitar.

Estas obras nos interpelan sobre cómo somos habitados por el color en nuestras vidas, qué genera el color en nuestras propias experiencias tanto colectivas como individuales, nos invitan a contagiar de colores nuestros días y nuestras noches.

El tema del color en Luisa se convierte en una obsesión que suele confundirse con una condición del entorno que hace que el color se despliegue a sí mismo. El color es cualidad, es peso, pues tiene no solo un valor tonal sino también un grado de claridad, es también medida pues además de los valores citados tiene sus límites, su volumen, su extensión y su mesurabilidad. Podemos acercarnos a él y dejar que nos desborde por tanta cercanía.

Dicen que la metáfora inventa un espacio de sentido que no existía anteriormente, la obra de Luisa nos lleva a un espacio nuevo dando lugar a la imposibilidad de duplicar el sentido de la pintura, abriendo cada vez más un nuevo camino en su carrera hacia la consagración de un estilo propio, inédito y particular.

Ninguna obra es igual a la anterior.

Claudia Iturralde, abril 2023

Historiadora del Arte - Creatividad y Curiosidad

“Debo dejar que mis sentidos vaguen como mi pensamiento, que mis ojos vean sin mirar...No ir hacia el objeto; dejar que él venga a ti…” Henry Thoreau, El diario (1837-1861)

La obra de Nicolás Ok es una reminiscencia de la idea de los cuerpos que tienden a prolongar su existencia, que procuran, de una forma sutil y casi romántica, incrementar su poder de acción formando alianzas con otros cuerpos, insinuando que en lo más profundo todo está conectado entre sí, siendo de esta manera irreductible a un mero sustrato y resonando con una sensibilidad ecológica.

El desgaste, el paso del tiempo, la acumulación y la transformación de la materia son algunas de las características que las obras de Oks poseen. Esta instalación de sitio específico cuenta con distintas formas que emulan a las estalactitas y estalagmitas, encontradas en su mayoría en cuevas formadas a través de la acumulación del tiempo y el agua mineralizada. Algunas de ellas se encuentran casi en un punto de contacto; otras se conectan y otras muy probablemente nunca se llegan a tocar. Hay algo del azar en este sistema que atrapa al artista, un azar regido por la naturaleza.

El principal disparador de esta muestra, realizada en lo que fue un taller de herrería, fue una estalactita de hierro, formada sobre una pared de ladrillo por las micropartículas cuasi invisibles que el metal libera al ser trabajado. Estas micropartículas, por alguna ley de atracción, decidieron posarse sobre aquel lugar específico unas arriba de otras, dando forma a esta robusta y delicada protuberancia. Es en la transformación de la materia, las mutaciones y atracciones, en donde Ok pone el foco y encuentra respuestas, en este campo inmanente y turbulento en el cual materialidades diversas y divergentes chocan, cuajan, mutan, evolucionan y se desintegran.

Marina Furlanetto, Marzo 2023

Las horas de las estrellas

Contemplar.
Contemplar destellos, guiños, lucecitas.
Encontrar refugio en la oscuridad palpitante de la noche estrellada. Aprender. Sobre el origen y el destino. La materialidad del resplandor. Los nombres de las estrellas.
Mimosa. Achernar. Sirius. Kanopus. Bellatrix. Rigel. Acrux. Dicrux. Gacrux. Cinturón de Orión (Las Tres Marías).
Mirar y nombrar.

Miramos las estrellas.

¿Será posible que las estrellas nos miren?

8-9 de noviembre.
Betelgeuse. En lo alto. En Orión. Una estrella supergigante que explotó. Misteriosa, brillante, desordenada, oscilante, hecha de polvo cósmico. Acompaña su tránsito la voz de Jazmín leyendo un poema que dedicó a las estrellas:

Hoy les cante

desde el auto con la ventana baja

Brillaban todas ustedes

las heroínas de la noche

mi única compañía fiel

Hoy están solo algunas

que brillan mucho

en medio cielo

mientras la otra mitad cierra los ojos

detrás de las nubes.

Charlan con los grillos y otros bichos

que no conozco, que hablan fuerte,

rítmicos, mientras rugen las olas.

Alpha Centauri

estás ahí, atenta, rojiza, al lado de tu

hermana azulada Hadar

haciéndole una seña a lo lejos a

Achernar.

Ahora una nube fina vela un poco tu

brillo pero no lo apaga.

Entre vos y Achernar un océano gris

arriba del océano negro

que ruge

Cierro las cortinas y sé que están

Siguen fieles heroínas de la noche.

16-17 de noviembre.
Una Supernova es la explosión de una estrella. Betelgeuse podría ser el nombre de la muestra.

27- 28 de diciembre
En la pantalla del celular tengo cinco estrellas hechas en papel de lija. Estrellas a la vez cercanas y lejanas. Pienso en la materialidad. La lija es una herramienta abrasiva. Lijar es pulir, devastar, alisar. Dejar allanada una superficie para revelar o, más bien, depositar otra encima. El polvo tiene el color de la lija.
Una estrella es huella y polvo. Luz. Señal.

4-5 de enero
Estrellas de materialidad no celeste, nacidas de la contemplación del cielo nocturno. Estrellas terrestres. Estrellas oceánicas, de un océano gris y negro.

7-8 de enero

Escucho mi voz:

Un pequeño gesto. Un guiño.

Soy estrella y parpadeo

una vez por segundo

El cielo sonrió

la fugacidad de brillo nuevo.

11-12 de enero
Jazmín me habla acerca de la vocación de las estrellas: el motor de su existencia es estar en el cielo y sostenerse en el tiempo con un brillo propio. El brillo es el corazón de la estrella.

26- 27 de enero
Jazmín se ha entregado a las estrellas. Su mirada navega por el cielo nocturno en el que ella, semejante a una estrella, encuentra su lugar. Y afirma: “las estrellas te dicen donde estás”.

El tiempo de la contemplación es el de la iluminación interior. Fugacidad. Intensidad. Las horas de las estrellas. Renacimientos iridiscentes del polvo abrillantado.

Alita Olivari, Febrero 2023

El tiempo como un acto de recurrencia

Lamas, Soldano y Antelo discurren en el origen

Suponer que existe un principio, significa considerar el tiempo y los acontecimientos de modo lineal y consecutivos. Pero comprender la creación como un proceso a veces elíptico, a veces gradual, es acercarse a la idea de que el origen es resultado y al mismo tiempo génesis.

Esta exposición, por lo tanto, se plantea en tres momentos en los que tres artistas aparecen en escena como parte de un relato construido en capítulos, pero que conforman una unidad sólida y concisa, sin principio ni fin.

Andrea Lamas no elude la hostilidad y encuentra en ella un potencial positivo de resistencia y resiliencia. En sus pinturas, brumas, espumas, hervores y burbujeos edifican un recuerdo, casi arcaico, de fuentes hidrotermales que en superficie actúan como válvulas de escape de vapores y líquido a altísimas temperaturas y que, bajo el agua, en las profundidades abisales, son incluso origen de vida. No en vano existe la teoría de que a partir de las moléculas de hidrógeno que emanan estas aberturas submarinas, podría haber surgido la vida en la Tierra.

El medio de su obra es el pictórico, la posibilidad es metafísica.

Mariela Soldano ostenta las materias orgánicas como enunciado de su propia reinterpretación de lo que éstas representaron en su lugar y función de origen. En el ensamble, se entrelazan nuevas significaciones y la alusión a la música ocupa un lugar preponderante.

Para el hombre del paleolítico, había dos señales que evidenciaban la separación entre vida y muerte: el movimiento y el sonido. Tan originario como la música -en sus múltiples concepciones- es el hueso, el cuero y la madera que compone estas piezas.

El medio de su obra es el escultórico, la posibilidad es simbólica.

María José Antelo, recurre al tejido, que a veces es entramado, otras es costura y en algunas ocasiones -al volverse corpóreo- es estructural, casi óseo.

La presión justa, la tensión en el momento correcto hacen de su trabajo un ejercicio de precisión que recupera la labor medieval, momento en el que los telares llegaron a su máximo desarrollo. Pero en su caso, esa urdimbre y trama, se presenta muchas veces en capas superpuestas que inutilizan el entramado, redireccionando la mirada hacia el color, la textura y la materialidad. Son cables que se enredan como vasos comunicantes.

El medio de su obra es el objeto, la posibilidad es metafórica.

Yendo y viniendo, Lamas, Soldano y Antelo, miran el pasado, buscan lo originario y retornan al presente trayendo, como un acto de reivindicación, ideas, procesos y materias olvidadas en el tiempo o al menos, no latentes en la cotidianeidad. Y en esta circunstancia, es el cuerpo el que entra en contacto y condensa la idea de lo cíclico, del paso del tiempo y del proceso como acto de recurrencia, que sin embargo regresa siempre modificado.

María Lightowler

Cómo nace una muestra ? Cuándo nace ?

Cuándo ya está hecha, cuándo se inaugura ? o...mucho, mucho antes ?

Siempre nace como una idea primero ? O puede ser una sensación, una certeza, un sueño, una pregunta, un miedo. Cual es la semilla de lo que luego será una muestra ?

Y cuántas palabras pensamos antes de convertirlas en cosas, trabajos, acciones, decisiones ?

Las obras ¿ son muchas palabras juntas ?

“ Mi Océano Infinito ” de María Carballo, nos ofrece respuestas visibles, resultados de acciones que muestran la calidad del tiempo, ese tiempo más invisible, no el que usamos para hacer lo que hay que hacer, sino ese que esta ahí, viviéndonos, en ese mundo paralelo que nos habita el cuerpo y lo llena de sutilezas

Para qué hacemos una muestra ?

Acaso para entender eso que no entra en las palabras ?

Eso que nos pide existir con tod@s sus derechos, eso que existe, porque hacemos que lo haga.

Hoy María nos da la oportunidad de sentir y conocer algo que antes existía solo en ella.

Nos invita! entremos en su mundo para reconocer lo que hay en el nuestro.

Juliana Iriart, 29 de abril de 2022

"El universo es un milagro de orden,

cada partícula que hay en él está siempre en su lugar.

Engranajes infinitesimales encajan, interactúan, se complementan y crean un mecanismo inmenso

que la humanidad nunca podrá concebir

ni siquiera remotamente"

El Guía del Pathwork

Captando fragmentos del espacio natural en parte terrenales progresivamente celestiales Pablo Zicarello fué conformando un horizonte de obra donde la superposición múltiple fotográfica y la intervención de la pintura se vuelven la expresión viva de una fehaciente unión entre el cielo y la tierra manifestada en este plano, en lo tangible, en lo corpóreo, como en un encuentro de lo humano y 1 metafísico, lo que está acá y lo que está mas allá. Sus fotografías devienen pintura sin dejar de ser lo primero, sus cuadernos de viajes una memorabilia de circuitos de exploración de vida y sus videos un rapto fugaz del tiempo.

Acá la búsqueda de un cuerpo visual deja manifiesta las grandes incógnitas. Esas preguntas nacidas un día pero que existen desde siempre ahora se vuelven objeto a través de una búsqueda sin destino aparente. Un Desierto Ordenado comienza a desplegarse en el 2003 en varios trayectos, paseos e itinerarios de exploración y "culmina" en una quietud mezclada con silencio de insomnio en cautiverio allí por el 2020; umbral de época donde el viaje exterior se volvió interior, donde solo quedó estar aquí contactando con el allá de una nueva forma creativa.

Pero en Ziccarello nada se detuvo, la reclusión, el aislamiento, lanzaron las preguntas mas lejos, hacia el sin fin del cosmos, hacia donde podía llegar la mirada aun sabiendo que algo podría abrirse sin estar buscando una respuesta. Pablo permite que lo que esté sea, y atravesando la atmósfera caótica en constante movimiento consigue tocar el definir de un milagro de orden.

En diversas capturas de un devenir se revelan autopistas de luz conformando una trama que a ojos simples es invisible. "Lo esencial es invisible a los ojos". Como adentrándonos en una nueva era: los circuitos lumínicos, la velocidad, los mapas del cosmos revelan rutas de información que nos permiten acceder a un mundo que estuvo siempre, a donde Zicarello extiende sus puntos suspensivos con el mirar de una cámara insomne, y que luego se volverá detalle en la tierra. Así como en un acto de pura fusión en la intervención sobre la imagen siendo atravesada por el trazo pictórico demuestra una vez más esa pulsión intrínseca humana de alcanzar el cielo con las manos, de tocar lo inasible, de conocer el mas allá y hacer experiencia cárnica lo que está latente pero aún permanece oculto de la existencia. En el cielo la búsqueda y en la tierra la conquista.

Curaduría: Ezequiel Black

El arte de vivir es vivir en estado de arte .

Tengo la suerte de haber compartido y acompañado el proceso a través del cual la incomprensión a la sensibilidad y la creatividad se transformaron en una nueva identidad con el valor de apostar sin especulaciones a lo que se siente y vibra en la búsqueda constante de nuevas formas y medios profundizando cada uno hasta su saturación.

El acto de jugar y crear belleza y estética es el más sagrado al que nos podemos abocar ya que en él, todo cobra sentido colocándonos en sintonía con el juego cósmico del que somos parte.

Un instante de inspiración y acción creativa es más valioso que cualquier posesión material aunque el mundo de los supuestos cuerdos lo considere perdida de tiempo.

Llega luego el momento en el que esa obra es expuesta para que la resonancia de cada observador reviva la magia agregando su particular mirada y sentir.

Celebro

Nagendra

Noviembre 2021

Colaboración Fotográfica: Martín Sarrabayrouse Performers: Catalina Houssay y Florencia Vecino

Hay un lugar en donde existen todas las respuestas a nuestras preguntas, o al menos eso creemos. Después de encontrarlo ya nada vuelve a ser igual. Todo cambia, cambiamos nosotrxs, renovamos nuestras pieles. Nuestra comunidad es otra, se desdobla.

¿En qué mundo nos encontramos? Reconocemos resabios de otras vidas, de otros mundos también. Nuestros comportamientos y nuestras costumbres se adaptan a nuevas condiciones. Se generan nuevos sistemas de supervivencia. Los roles de cada unx adquieren una versatilidad inusitada. La alimentación, el uso de las herramientas y la vida en comunidad se vuelven a pensar. Revisitamos nuestro pasado más cercano, rescatamos algunas cosas, descartamos otras y volvemos al tiempo nuevo.

¿Cuándo es que sucede este nuevo tiempo?

¿Cómo imaginábamos nuestro futuro?

¿Es este ese futuro?

¿Este futuro vino después de qué?

En este nuevo tiempo, los límites entre lo público y lo privado no existen. Lo que mostramos nos oculta, nos viste y nos convierte en otrxs. Cargamos lo necesario, solo lo que utilizaremos. Aquí, quienes nos reciben ya pasaron por lo que estamos transitando. Esto nos sirve de consuelo. No estamos solxs.

Lxs habitantes de este tiempo no visten como nosotrxs, sus cuerpos se mezclan con el paisaje y entre ellxs. Se combinan, mutan en otrxs, exudan lo que contienen y vuelven a mutar. Se expresan a través de danzas y acciones con un código que desconocemos. No hay audiencia, se comunican de manera no verbal, como en un sueño. ¿Soñarán con algo estos seres?

Somos visitantes de un tiempo que desconocemos.

Nos movemos lentamente, nos acomodamos y buscamos nuestro espacio.

Aquí las preguntas son las mismas, pero ya no hay respuestas.

Manuel A. Fernández

Mayo 2021

Del caos un orden

Así como en la naturaleza suceden despiadadas confrontaciones que persisten durante largos períodos hasta encontrar un equilibrio y un orden, en las pinturas de Ana Vila se encuentra este mismo patrón. La materia y los colores se funden en una batalla por encontrar un lugar dentro de la composición, formas inesperadas que escapan de su control se originan. La artista sigue una dinámica caóticamente ordenada para producir de manera visceral cada una de sus pinturas.

En su intento de promover el desorden, la naturaleza crea pequeñas islas de orden, esas islas son estructuras que intensifican el caos en un sistema. La artista nos invita a un viaje al interior de estas islas de colores y texturas para disfrutar de mapas naturales, propone observar con detenimiento los detalles a través de recorridos que entrelazan y establecen un correlato entre la serie de trabajos expuestos. Partículas de pintura se conectan para dejar entrever paisajes, caminos, ríos, volcanes, placas tectónicas, universos, células.

El terreno de Ana Vila es la pintura en sus múltiples expresiones y lo aborda desde distintas perspectivas a medida que descubre las posibilidades que esta le ofrece. La materia es soporte. Su método de trabajo demanda tiempos de espera para que la pintura se acomode y se asiente hasta lograr su composición. Trabaja con esmalte sintético que requiere tiempos prolongados de secado, durante este proceso ocurren interacciones y reacciones del material que generan contrastes, relieves y formas. El proceso y sus variaciones es algo que disfruta y observa con detenimiento, cada reacción es objeto de estudio para la siguiente obra.

El uso de los colores no es aleatorio, es una traducción de su mirada de la cotidianidad, observa arriba y abajo; el contraste de las copas de los árboles con el cielo, los brillos del río, el agua que corre, la tierra seca, es una suerte de conexión con elementos de la naturaleza. El color es su pulsación. Un verde, un rosa y sus matices. Ana busca el primer deseo. En Geometría y Amor la materia se auto organiza para generar una dispersión de energía en todas direcciones.

Sofia Zuluaga

Vení. ¿Podrías acercarte más al fuego, querida? Esta fogata la prendimos para avivar las visiones, ya habrás notado que el frío nos enmudece. Esta noche, esta reunión, las mujeres que nos acompañan, las piedras que arden en el fuego, las sombras que se proyectan como gestos inquietos, son solo una excusa para invitarte a vivir una experiencia liminal. Te proponemos que dejes de estar aquí, sin trasladarte a ningún sitio ¿alguna vez experimentaste la sensación de estar y no estar simultáneamente en tiempos y espacios distintos? Si lo sabes invocar, todo es umbral. Te proponemos que experimentes el entre, ese mientras. Te enseñaron a creer que conocías solo aquello que tus sentidos perciben. Grave error, mi pequeña: se les puede engañar con enorme facilidad. Acercate al portal. Acercate y olelo; animate a tocarlo con los ojos cerrados; a dejarte guiar por las distancias que tus oídos intuyen. Cómo es posible, me preguntas. Cómo es posible que se abra un paisaje tan rico en sonidos y en aromas cuando lo único que hiciste fue apretar los ojos. Es posible; pero también es imposible. La pregunta no sería esa… un ritual de magia, mi pequeña, es integrarte con todo lo que existe; vibrar de manera voluntaria acatando esa ley que asegura que todo cuanto hacemos, pensamos y sentimos tiene una consecuencia en el resto del cosmos.

[palabras de Rhiannon, diosa y bruja celta, a su nieta una noche de luna llena]

¿Cuánto dura la intensidad de una mirada? ¿Cuántos tiempos se pueden condensar en el ir y venir de un gesto pictórico? ¿Qué se puede encontrar mientras las formas no terminan de completarse, ni los bordes de cerrarse? ¿Desde dónde nos habla el vacío que articula la composición?

En Capas de aproximación se exhiben pinturas de Cecilia Soldano en las que parecieran darse cita –como un magnífico aquelarre– diversas respuestas, siempre provisorias, a estas preguntas. Son obras que trazan un viaje pictórico capa sobre capa, gesto sobre gesto, pigmento sobre pigmento. Son pinturas análogas a la experiencia de tener la certeza de estar soñando: ese momento al límite de la vigilia cuando no estás ni del todo despierta, ni del todo entregada a la ficción de lo onírico. Ese tiempo que puede condensarse y tres segundos percibidos desde la penumbra de tu habitación traducirse en escenas complejas, apenas pronunciables.

Quién no se quedó alguna vez enganchada mirando una mancha extraña en la pared, o una ventana al otro lado de la calle, o la llamativa oscuridad de una puerta apenas entreabierta; poco importa qué es lo que dispara ese estado de suspensión. Coloquialmente se dice “estar colgada” cuando dejamos la mirada sostenida, sin parpadear ni mover los ojos, perdida en cualquier cosa anodina. “Te colgaste” y la mente empezó a viajar, a hilar una cosa con otra, pero los sentidos se aquietaron. Curiosamente, pocas veces tenemos tanta claridad del vacío que nos habita como cuando “nos colgamos” y somos transportadas desde este aquí y ahora hacia un territorio de preguntas como ¿a dónde me fui? o ¿cuánto tiempo estuve así suspendida?

Ese estado de entre paréntesis –de un estar mientras lo simultáneo acontece– es lo que propone la obra de Cecilia Soldano. Te invita a colgarte, acá y hoy, en Pagana Casa de Arte solo para trasladarte a lo que te dispare eso que queda vibrando dentro del lino, detenido en la mancha quieta que es registro de un gesto fugaz, hablando en lenguas desde el pigmento plano, opaco o iridiscente. Estas pinturas son como entradas que de lejos parecen conectar espacios pero ni bien nos acercamos empiezan a ensancharse y nos proponen: quédate acá, descansa en este umbral; no hay ningún sitio a dónde ir, detente y suspende por un rato la búsqueda. Quédate acá y encontrá(te).

Sofia Zuluaga y Mariana Rodríguez Iglesias

Una cartografía del territorio, un muestrario de recorridos realizados por caminos y montañas sin principio ni final. Encuentros fortuitos con la naturaleza acompañados por observaciones agudas de los elementos y seres que la habitan. Experiencias, procesos y descubrimientos que nos recuerdan la conexión con lo natural.

Luminiscencia manifiesta esas derivas que se dan entre los procesos creativos en resonancia con la vibración energética de la tierra. La exhibición da testimonio de estas aventuras y búsquedas creativas, un transcurrir del proceso hacia una expansión del conocimiento.

La naturaleza como recurso, la transformación como eje y la resignificación como resultado. La recolección de objetos ha dado fruto a obras que se inspiran en los mismos materiales de los cuales están hechos. Hojas, semillas, cáscaras de frutas, minerales, fibras, son algunos de los elementos recolectados que dan forma a las construcciones expuestas.

NARA - Nido de Águilas Residencia Artística -

NARA trasciende la estructura de una Residencia Artística. Acompaña artistas en las etapas de investigación, construcción de sus producciones y en las instancias de gestión y concreción de proyectos. Esto genera una plataforma donde se establecen puentes y conexiones entre artistas, obras, proyectos y ciudades. NARA construye redes culturales para habilitar espacios experimentales de creación y visibilización de las producciones.

Sofia Zuluaga

Cuando entramos en PAGANA Casa de Arte nos embarcamos en un viaje donde las fronteras de la realidad y ficción se nublan. Los ocho cuadros en damero de Elina Carullo se nos presentan como pequeños fragmentos de visiones, sueños o historias reales... nunca lo sabremos bien. Al mirarlos el espectador navega por un mar de posibilidades habitado por vibrantes flashes de figuras, objetos, flores y formas. Todo el conjunto de obras nos genera una sensación de extrañeza, pero en el fondo familiar.

En el último año nuestra percepción del tiempo se vio trastocada. La pandemia alteró nuestra forma de medir y vivir los minutos, las horas y los días. De repente nuestra realidad se tornó más extraña que cualquier ficción imaginable.

Entonces, no sorprende enterarnos que estas obras son hijas de la pandemia. En ellas vemos reflejadas la inestabilidad que todos experimentamos: liberación, deseo, enojo, amor, muerte, preocupación, aturdimiento y esperanza. El sinfín de estas emociones juntas se ve acentuado en la tela con el uso del primer plano. El zoom cinematográfico que caracteriza a Carullo nos obliga a imaginarnos un contexto para cada situación. Sin darnos cuenta entramos en diálogo con cada obra y creamos en ellas nuestras propias historias.

Pero antes de que nuestra imaginación se desvíe por caminos más sinuosos, nos enfrentamos a dos cuadros de gran tamaño. Aquí la figuración es la protagonista y ella nos devuelve a la realidad. Como si la artista supiera lo que necesitamos, nos ofrece dos hechos concretos: el grito y el abrazo. Uno representa la liberación contenida y el otro un remanso de paz. Ambos dejan en nosotros una huella y nos invitan a traspasar el umbral de la intimidad representada y la nuestra.

En la segunda sala la ficción se desdibuja y el grupo de obras se completa con una serie de flores. Son pequeñas naturalezas muertas que devuelven al espectador toda la certeza de un tiempo circular. En ellas el tiempo vuelve a ser el de siempre, una sucesión constante, como las estaciones que se repiten año a año.

"Ficción de lo natural" es una invitación a jugar con los límites propios, a sentirse incómodo por situaciones extrañas pero al mismo tiempo a dejarse abrazar por la contención de las figuras y las formas conocidas de la naturaleza.

Rita Maschwitz

\Sofía/

“Lo que brilla nació para el instante presente,

pero lo auténtico queda guardado para toda la eternidad.”

- Johann Goethe

El cuerpo, como todo campo de subjetivación colectiva, se fragmenta y se desterritorializa en formas de naturaleza intuitiva. Los collages de Sofía parecieran repetirse como un mantra, como una bella oración artificial y profunda a la vez.

“Me muestro A/temporal”, de Sofía Fanego, nos ofrece imágenes con marcada exaltación de la femineidad, que desprenden un suave cordón de perfume. Los recuerdos de la infancia y la vastedad de la llanura hacen que su atelier se transmute en un laboratorio alquímico, donde el material es seleccionado con una meticulosidad asombrosa.

Su lenguaje transforma la obra en un oxímoron entre la fotografía y los elementos de la flora disecada. Las intervenciones sucintas motorizan el goce de la mirada y del espíritu. Esta consideración nos lleva a preguntarnos qué motiva a una modelo a deconstruir, subvertir y crear desde su propia representación. Y Sofía nos muestra su propio universo sensual y fascinante con un delicado equilibrio cromático. La obra nos interpela desde la finitud de la vida y el deseo de perdurar inmutable en el tiempo.

Lo que impulsa la matriz de su imaginación es la búsqueda de nuevas texturas. Recorta, disecciona antiguas imágenes de mujeres pretéritas con el propósito de reconocerse en ellas. Interviene las fotografías con tallos, flores y con las cortezas de árboles plantados en su casa/atelier de Normandía, como queriendo tapar sus propias inseguridades. Utiliza variadas técnicas de conservación y de secado, logrando capturar la perfecta expresión de la corporalidad contenida en las fotografías intervenidas.

El tiempo es el gran punto de partida para Sofía. Los elementos naturales la conectan con los aromas y recuerdos de la primera infancia en su San Pedro natal. Una nostalgia de lo que nunca ha vivido se entrevera, como un enunciado de rostridades, que nos muestra parte del lado oculto de su personalidad. Sofía pretende perpetuar la perfección y la belleza, consciente de que su imagen, algún día por fin, también se degradará como la de todo ser vivo.

Nicolás Heredia

Pentimenti

Cantáronle al hombre malo

la metáfora del elefante enjaulao.

Y al hombre que es sano y apto

la del elefante hambriento

que siente el viento.

Si un médico y un chamán

no han conseguido acordar

el por qué de un simple resfriar.

Entonces yo puedo cantar

que la mente humana existió

cuando el dinosaurio desapareció.

Ariel Cheszes

Los días de Sofía

Casi todo comienza en el piso del taller para permitir lo que se considere un condimento adecuado.

Mientras trabaja en las pinturas que están en la pared; camina, gotea, derrama sobre las telas y el papel en el piso.

Los accidentes y contratiempos se convierten en un colaborador natural y evidencian su acción.

Cuando una pieza se mueve hacia la pared, se forma con más capas de dibujo y pintura hasta que decantan en una composición de gravedad y espacio.

Las telas se toman su tiempo y nos invitan a hacer lo mismo.

Vamos a probar, cambiar, esperar, imaginar, inventar, invertir, decidir, plegar, limpiar, volver, regresar.

Una instalación de pinturas que disfrutan varios modos de ser; pinturas junto con otras pinturas, experimentando aún más la relación entre las obras mismas, y entre las obras y el espacio.

Se trata entonces, de no partir de una idea, de un proyecto, sino de buscar un accidente, de provocarlo, de hacerlo que llegue a la presencia; de forzarlo de algún modo.

Buscar algo y encontrar otra cosa.

Sin embargo, lo único que importa al acabar el día de trabajo es lo que queda pintado extendido en el suelo o apoyado en las paredes, esperando para ser visto a la mañana siguiente.

Tropezar, descubrir ese lugar; esa zona donde sucede o ha sucedido algo.

Una chispa de alegría.

Una pequeña posibilidad, la de comenzar una y otra vez.

Daniel Joglar, diciembre 2019

Íntimas e inconscientes luchas por permanecer

Muestra en diálogo de los artistas Santiago Carrera y Víctor Enoc

“En cierto sentido, todo problema es el de un empleo del tiempo” G. Bataille, Método de meditación (1947)

Santiago Carrera y Víctor Enoc, forman parte de “La Panera”, un proyecto de PAN Comunidad de Artes.* Con su obra, uno a través de la fotografía y el otro a través de la cerámica, producen una resignificación de los géneros artísticos tradicionales.

La naturaleza muerta, los retratos, las marinas, la columna romana y las urnas funerarias, son reinterpretados. De este modo activan una lectura contemporánea que cuestiona el sentido de estas categorías establecidas por la Historia del Arte y a su vez ponen en juego una nueva mirada sobre el tiempo.

Enoc cuenta historias en sus piezas a través de diminutos personajes (ositos Yummy) que en diferentes situaciones remiten a leyendas mitológicas, fuentes religiosas, clásicas y científicas. En este entrecruzamiento de narraciones el artista alude a tiempos remotos y lejanos que se actualizan en el presente.

¿Cómo capturar el movimiento de una ola? El mar no sería mar sin esa ondulación permanente. Fragmentos con criaturas que se asoman en un azul brillante. Colores, pliegues. Un mundo que se nos presenta transformado por los efectos del agua, como restos de un naufragio.

El tiempo de su obra es una estratificación de temporalidades múltiples. En sus urnas también se materializa este mundo de relaciones contradictorias, enigmáticas y difusas a través de la escritura de sus sueños. Un tiempo discontinuo, heterogéneo, una constelación de desfasajes temporales complejos. Ese tiempo caleidoscópico que reivindica el historiador del arte Georges Didi-Huberman:

“El anacronismo atraviesa todas las contemporaneidades […] Estamos ante [una obra de arte] como frente a un objeto de tiempo complejo, de tiempo impuro: un extraordinario montaje de tiempos heterogéneos que forman anacronismos”.**

En la obra de Santiago Carrera, las frutas y la comida en diferentes estados de descomposición remiten al paso del tiempo, una naturaleza muerta congelada y suspendida. Un tiempo atrapado fugazmente en un equilibrio inestable que desafía la fuerza de gravedad.

Los ‘tótems’ de frutas parecen tener la fuerza de una columna. Sin embargo, los elementos están atrapados en el instante de la toma fotográfica, ya que un segundo antes o un segundo después se desmoronan inevitablemente.

Los colores atravesados por la escarcha tienen un efecto de encantamiento sobre el fondo plano, en algunos casos pasteles, en otros un fondo negro sedoso que resalta las figuras. Distintos puntos de vista nos presentan estas composiciones en donde los elementos saltan hacia el espectador y dan ganas de tomarlos.

En la serie de retratos no se muestran los rostros, sino solamente elaborados peinados. De este modo el retrato pierde su sentido intrínseco. Carrera nos niega la posibilidad de ver a esas personas y de reconocerlas. Utiliza fondos de William Morris que los lleva a color negro, con vestidos también negros, en algunos con un detalle en blanco del diseñador Pablo Ramírez. El resultado es una imagen depurada, elegante, solemne. También se incluye una cuota de misterio.

Para el artista, “la idea con estos velos y con una prolijidad extrema, es invitar a pensar y/o cuestionar en lo que hay más allá de los estereotipos, es darle presencia a otras cosas, es invitar a que cada espectador llene toda esa ausencia con su experiencia, con sus sensaciones, con su presencia quitando todo tipo de distracción.¨

Pía Dalesson, Estefanía Radnic y Rita Maschwitz

                                        uNa aspiración a imágenes nuevas

                                 sin nEcesidad de novedad

                                   un fRagmento 

                           de moVilidad.

                                        Imaginar es ausentarse

                                        O

                             lanzarSe hacia una vida nueva.

                                         Donde

                                         El soñador va a la deriva

                          con el Movimiento de 

                               un hErmoso poema

                                   esTa vez escrito en vidrio.

                                       Acontece en este mundo viejo

                   como las fLores que no supimos ver.

                                      3

                                      8

                            fuerzA de la audacia,

                      todo se Reúne y enriquece

                                      Todo se dispersa y se pierde-

                            una  Invitación al viaje

                         de la  Lenta vida de los objetos,          para ver en el cielo inmóvil Un líquido fluido.

                          o como los Grandes poetas

                                            vIvir el cielo azul como una llama inmensa

               con tonalidad del sOplo

                                  celeSte azul

                                     colavÍtium.

Daniel Joglar, Agosto 2019

Fortunas de ermitañx y sugerencias para emprender el viaje

El arte es una herramienta para organizar el vacío. A través de la sublimación –que implica entrar en relación con lo simbólico– algo nuevo nace. Así, la vivencia del arte es una fuga, una escapatoria de la monotonía de la vida cotidiana; es, también, una manera de resolver incomodidades. Lo simbólico nos proporciona un “entre-paréntesis” para la incomodidad de lo conocido, de las convenciones que heredamos, de la inercia de funcionar en un sistema donde los afectos parecen pre-moldeados de antemano. Las obras aparecen como una garantía de suspensión de la angustia que produce, en muchos de nosotrxs, vivir dentro de una lógica hegemónica de valores que no nos representa en nada. 

Porque dentro del paréntesis vive libre una fuerza en estado de latencia. Imaginar –tal vez lo más esencial y molecular del acto creativo– es tener esa fuerza extraña ya en el cuerpo, sin poder nombrarla todavía, sin forma: una fuerza latente. Imaginar es la fuerza viva que irrumpe en las formas dadas. Imaginar es una facultad del cuerpo, es el saber-del-cuerpo. Es el pensamiento creador.

La Sombra comparte con el arte ese estado de latencia. En la cueva profunda de nuestro ser los ojos ya no nos sirven, lo cual es absolutamente esperable: para nuestra cultura los ojos son un sinónimo del pensamiento racional. “La mirada y la lógica, conquistando el mundo desde que aprendimos a dibujar en las cavernas”. En la Sombra todo es amorfo, por eso tenemos miedo a perdernos ahí dentro. En la producción de obras honestas y valientes, hay también un momento de sintonización de lo que todavía no existe pero se lo intuye. Es como la imagen latente de la fotografía, que precisa de ciertos químicos para revelarse y detenerse por completo. Sombra y arte: dos modos de acceder a lo desconocido, lo que todavía no tiene palabras asignadas para existir pero que, sin embargo, es muy real (tanto para la/el artista como para la/el alquimista). Si no ¿qué fuerza estaría empujando a producir signos, a buscar más entre las sombras?

Es valiente mostrar tu sombra; es amable contar y proponer estrategias simples para  que cada quien haga su propio camino. En ésta exposición, se muestra una parte de la historia que Alejandro emprendió. Sigue siendo tan sólo una parte, dentro de una interpretación posible, en el interior de una historia. Una clave de lectura atinada es la del “Camino del héroe”, como acompañante para que quienes dialoguen con estas piezas puedan continuar sus propias investigaciones personales. En Tesoros de la Sombra Alejandro se adentra en el arquetipo  del/la ermitañx: esa persona que con capucha, un bastón y un farol, se va de viaje a las profundidades de su propia caverna para permanecer allí en un silencioso diálogo interno. Un viaje para reciclarse a sí mismx. Es así como el ermitaño se transforma en alquimista, nos muestra como todo transmuta, como crea a través del arte sus propios mandamientos, así como una religión hasta llevarlos al nivel pedagógico donde transmite con mucho amor y dedicación todo lo que aprendió sobre la vida, sobre la sombra.

 El viaje de estx ermitañx nos inspira a preguntarnos ¿qué tesoros hay en mi sombra? ¿qué tesoros hay en cada sombra individual? ¿y en el colectivo de personas que somos? Si los sistemas de interpretación de la realidad, los que ya existen, no te representan ¿qué opciones quedan? Para Alejandro Somaschini la respuesta es muy sencilla, sin serlo en realidad. Tú única opción es imaginar sistemas nuevos para luego materializarlos y vivir bajo esas nuevas inspiraciones.

Sugerencias para emprender tu propio viaje a la Sombra:

1. Dejate sorprender. No alcanza la cabeza para entender del todo.

2. Respirá y entrá con todo el cuerpo.

3. Tomá puntos de referencia porque –te anticipamos– te vas a perder: está bueno       recordar algún sitio para recapitular los pasos y elegir otra opción. 

4. Porque si te sentís abiertamente perdidx, ese no era el camino más favorable para este momento.

5. Para reconocer el punto donde te perdiste y volver, recordá cuando fue la última vez que percibiste algo como una “integración de las cosas”.

6. Tus sentidos son fundamentales, hacen que tu intuición se vaya afinando: toca confiar en lo que sentís.

7. Podés elegir instrumentos y artilugios; unos cuantos, pero que no pese la mochila

8. Recordá llevar elementos para hacer fuego. El fuego tiene su propia inteligencia: contemplá.

9. Es necesaria una autocrítica clara y audaz. Escuchate a vos mismx.

10. Recordá que siempre hay premio. Y que nadie se arrepiente de ser valiente.

Que esta muestra nos impulse a emprender el viaje a nuestra sombra, que nos llene de valentía y curiosidad de ir por nuestros propios tesoros. 

por Jesica Ferro, Mariana R. Iglesias y Ayelen Ruiz.

Curanderas, pensadoras, atrevidas.

“Bajar era someterme a la masa de agua pesada, que más que agua, parecía una montaña de arena. Comencé a bajar y enseguida me olvidé de respirar, ya no sabía cómo hacerlo debajo del agua y tuve que volver a subir para recobrar aire. 

Una vez más, mientras descendía, la masa de agua se iba haciendo más y más densa sobre mis hombros. Al tocar el fondo cerré los ojos. Imaginé mariposas volando, no flotando, volando -livianas, independientes- . 

Al voltearme para mirar la superficie, sentía nuevamente mi estómago estrujar y entonces volvía a cerrar los ojos imaginándome esas mariposas que siempre me tranquilizaron, especialmente cuando no podía dormir. 

El silencio era uno coloreado de ondas sutiles. Escuchaba tan solo mi respiración. Ningún grito, ningún zumbido, ningún paso; mi respiración y el silencio marino. 

Fue en ese baile por las profundidades del mar que reconocí lo diminuto de mi cuerpo y de mi existencia.” 

(Relato de una experiencia de buceo - México - Marzo, 2016 - María Sarah Del Piano)

Acerca de “La caída” de Kim Ji Hyun

El vértigo de la comprensión.

Las pinturas de Kim se presentan en una suerte de atmósfera vaporosa, de desconcierto. Desprovistas de caminos directos, intentar definir aquello que se relata es una tarea más que compleja. Los espacios seguros y las aseveraciones se desactivan frente a sus imágenes si buscamos ir más allá de la descripción pura. Los caminos de sentido se tuercen, exacerbando el lugar otorgado a lo simbólico. Aquello de lo que realmente se quiere hablar está por fuera de la imagen y es por eso que quizás, más que cuento, aquello que se presenta coquetea con la filosofía.

No obstante.

Los pensamientos se desprenden de las cosas y sus pinturas parecen ser momentos de un estado cíclico. Algo comienza, termina y se rebobina, empezando otra vez pero ahora al revés. Los puntos de stop en esta rueda se convierten en pintura. Así, vamos como en un cuento de lo vacío a lo lleno, de su derrumbe a algo nuevo, de lo inaugurado con deseo a un espacio que se ha dejado, de lo baldío a lo cálido y fértil. ¿Estamos frente a un comienzo? ¿O frente a un fin? No importa. La obra en cuanto historia nos presenta una pregunta que desconocemos.

Confusión y definición.

Su pintura no está ni en el relato ni en el concepto; sino que la obra misma, más allá de los motivos que presenta, se aloja en ese estado simbiótico y de transformación de una cosa a la otra; lo que nos lleva a preguntarnos ¿qué significa lo que estoy viendo? Y no hay respuesta, porque ésta no se encuentra ni en lo que se cuenta ni en lo que se argumenta, sino en la energía que en esa transformación de equivalentes incorrectos se fuga y se pierde.

Sobre esa fuga.

Perder las coordenadas, el equilibrio, volverse especialmente susceptibles, la inseguridad “del terreno” como causa primera; suelen ser razones para una caída. Y es en la energía peculiar de estos estados del sentir donde las pinturas de Kim abren campo, usufructuando, construyendo y ocupando esos silenciosos espacios.

Matías Ercole, Abril 2019.

Entrar, salir, detenerse, intuir, esperar, quizás algo percibir, hacer silencio, mucho silencio, volver a esperar, finalmente encontrar un ritmo.

Sostener ese ritmo sin tratar de juzgarlo, seguirlo y seguirlo hasta que la mirada se nuble, hasta que el tiempo deje de ser percibido como tiempo, hasta que algo se abra, se suelte. Dejar a ese algo que halle un rumbo, descubrir como poco a poco se constela un sentido, como toma forma, cuidar esa forma sin ahogarla, verla transformarse, actuar en pos de algo más amplio, dejarla girar y girar en rotación espiralada hacia una zona central, hacia un espacio que quizás este en conexión íntima con ese otro mundo, el mundo mítico y arquetípico, logrando con suerte insinuar así, realidades internas propias y ajenas a la vez.

En el trazo microscópico se esconde la magia del descubrimiento. La obra, de organización biológica y autorreferencial, crea un sistema cuyas propiedades son el resultado de las conexiones que se establecen entre sus partes. Sin embargo hay un punto de inflexión, que se produce en el momento en que recordamos que lo natural no es natural, sino que ha sido creado por el artista.

La idea de tejido remite al arte del telar, donde los hilos se entrecruzan para establecer una red de puntos de contacto. También pienso en los tejidos del cuerpo humano, formados por la combinación de células similares que tienen una misma función en cualquier parte del cuerpo. A su vez veo conexiones neuronales, sinápsis entre los elementos que desprenden un estímulo químico y eléctrico. Entonces la obra se convierte en una especie de mapa cerebral, un recorrido anatómico por el pensamiento.

La obra funciona como una máquina que se piensa a sí misma y en la que cada parte se activa en su contacto con las otras partes. Los pensamientos generan una búsqueda: aparecen entonces recuerdos y semejanzas. También responde a los estímulos y a la percepción… el trazo  ocupa el lugar del tacto, la presión, la temperatura y el calor.

Lo que vemos es un todo organizado que no se acaba en sí mismo. La obra se nos muestra como una extensión del propio cuerpo que sirve de puente para transferir las ondulaciones del pensamiento y la emoción.

Silvina Evangelista (@silvina.evangelista)

Pesadilla Folk

¿Qué es lo macabro de los insectos que nos seduce? ¿Por qué se puede desfragmentar una persona? ¿El primer hábitat del humano es como una medusa en el océano?

Vivimos en tiempos universales de búsqueda. Búsqueda de sentido. De significados, de sentimientos, de entrañas. De maestros, contactos, verdades. Búsqueda de sustancia. Las contradicciones del mundo industrial pusieron al hombre en el borde, entre el caos de la vida y el vacío, entre la excentricidad y la oscuridad.

En esta búsqueda, Juan Manuel Galviz se sumerge en las tinieblas. Sin piedad. Su universo está lleno de personajes infernales y escenas folklóricamente grotescas. La cena entre esperpentos. Una suerte de narco vestido de mujer destapándose el oído por una dentista. Fragmentos de un mono. Una luciérnaga buscando iluminarse.

Dicen que el diablo está en los detalles. Por eso Juan penetra en lo repulsivo de la realidad con precisión y color. Explora anatómicamente esa parte de la naturaleza que menos nos gusta. Los pelos de la mosca. Los esqueletos. Los huesos. Las uñas. Los dientes. Aquellas pequeñas cosas que tenemos dentro, y que siendo parte de un todo mayor están en armonía, pero cuando se escinden, como los bichos de la naturaleza, nos repugnan y nos atraen.

Con agudeza e ironía, la obra se presenta como una visión plástica del conflicto presente, la horripilante pesadilla de nuestro tiempo, el sufrimiento, la división, la fragmentación, la tensión del ser humano, que sólo puede despertar al contemplar desde afuera esta perturbada realidad.

Roma Bernardele

Invitación para mirar un cuento que no es un cuento

Josefina Laratro nos invita a mirar, en el sentido más profundo del término, aquel, en el que el espacio y el tiempo se unen.

Esperamos la historia, el acontecimiento, su desarrollo y por supuesto, el final. Pero en el recorrido entendemos que ella lanza disparadores que exigen al espectador la acción de atar cabos.

En la ritualidad de los actos cotidianos, presenta situaciones simples, hechos carentes de heroísmo,  dejando filtrar su manera de habitar y cuidar el territorio, el hogar.

Sus cerámicas y dibujos nacen desde esa matriz, el tratamiento de la materia puesto en el modelado y los esmaltes, en las composiciones y enmarcados, elevan su estatus casi, al de elementos y objetos sagrados. Desde una perspectiva de la coexistencia, no de la cronología ni la distancia, más bien del aquí y ahora.

Recurre al dibujo minucioso, concentrada y entregada como en el acto de meditar. Son esos trazos las imágenes, “las presencias”, que el fuego transformará en cerámica.

El dibujo, el textil, la cerámica; la carbonilla, el lápiz, el encaje, la arcilla nos lleva a otros tiempos tan lejanos, primarios y esenciales que naturalmente vivimos la familiaridad de las imágenes. Y nos reúne en un romanticismo que subyace nostálgico y activo.  

Eliana Castro

Variaciones sobre un tema

"Doblarse para mantenerse recto; vaciarse para una plenitud; marchitarse para una renovación. Con menos hallamos, con demasiado nos extraviamos" Lao-Tse

Un módulo como forma, como materia, como punto de partida.

Descubrir, y en ese descubrir sorprendernos con una forma simple, que propone recorrerla.

Encontrar formas y apasionarnos en su búsqueda,

concentrarse con la parte que deviene en obra.

Equilibrio, simetría, recortes diversos, formas delicadas.

Percepción, silencios que nos hablan desde los espacios.

Todos los colores se manifiestan en el blanco.

Podemos hallarnos con nuestra propia búsqueda?

La obra de Agustina Ocampo, es hipnótica, invita a meterse a dentro, disfrutarla y observar cada detalle.

Es delicada, profunda y simple.

Y dentro de esa simpleza se desarrolla la serie.

Cada obra completa la totalidad, se pensaron únicas, pero juntas generan un universo único.

Un juego entre papeles con nuestra propia sombra.

Johanna Wilhelm

Todo está detenido aunque no hay quietud.

La pintura de Florencia Valente nos habla de un mundo que se contorsiona sobre sus propias contradicciones, y allí respira o se ahoga, buscando salidas en un espacio donde no las hay ya que esta es su esencia.

Como en el caso de la pequeña figura “Baconiana” (“Earpluggs”) que atrapada en un arco, intenta fugarse en dirección contraria a la que lo hace una de sus piernas, o en la mujer que posa frente al espectador (“Road Movie”) y a la vez le niega su identidad y le prohíbe entrar.

Y aunque todas estas circunstancias están expresadas en las formas, los ritmos y significados de la imagen, es en el color donde subyace una sensación abrumadora; como cuando se está en una habitación blanca estridentemente iluminada y el espacio que se manifiesta es tan vacío que acaba por devorarnos.

 Alejandra Roux

Ella abre un cuaderno azul, sus dedos buscan pistas: "Me coso a mí misma”. "Estoy obligada a

bucear una verdad en mí que me supera". "Ganas de evaporarme". Cierra el cuaderno azul, cierra

los ojos y abre las manos; una cámara de juguete, negra y liviana que durante años vivió en una

repisa, revela imágenes que allí estuvieron esperando desde tiempos lejanos. Ellas hablan, los ojos

se abren, las manos cosen, ellas escuchan.

Los ojos en las manos miran una tela de nacimiento. Es el nacimiento del padre, en donde un

pastor, una flor y un cordero invitan a mirar el mundo a través de sus pieles. Pinchazo a pinchazo

ella traza y abre el camino hacia el recuerdo, esa piel de nacimiento hoy replicada hasta el infinito

crea y recrea un enorme cuerpo que habla. Una despedida es bienvenida.

Con ojos de juguete ella se refleja dentro de un paisaje, con los dedos en las pupilas ella busca

dentro de su cuerpo pieles antiguas. Con las pestañas en las uñas ella cose en cada parpadeo

corderos que al caminar la llevan a recoger flores. Flores que al reunirse cuentan los secretos de

los pastores. Pastores que al hablar cantan recuerdos que habían quedado dormidos en la cuna de

nacimiento.

Los secretos en el tiempo se vuelven tejidos que al destejerlos nos cuentan sus historias, sus

travesuras y allí danzamos.

Hacer hablar a los objetos, dejar que ellos guíen el andar y crear a partir de la caricia es la premisa

de Agustina. Sus dedos cual pulpos, dibujan, escriben, pintan, fotografían y se enredan en sí

mismos y desde allí nos enredan a nosotros que entramos a su guarida, llena de tesoros,

imaginando que nada nos interpela, y oh sorpresa sus ojos son espejos.

Y ella se pregunta ¿Qué miraba él?

Margarita Garcia Faure

Acá hay luz

Buscar luces, bucear sombras, bruscas luces, buscar sombras, bucear luces, bruscas sombras, buscar luces, brutas sombras.

Hacerse pequeñita y mirar solo lo que se encuentra a la mano.

Hacerse diminuta y solo mirar la luz de la mesa.

Hacerse invisible y mirar un teatro de sombras.

Hacerse mariposa y atrapar lo evanescente.

Tocar luces, tomar sombras, tantear luces, tallar sombras, tallar luces, talar sombras, tomar luces, tantear sombras.

Hacerse gigante y mirar a través de las grandes aguas.

Hacerse inmensa y mirar las pequeñeces del mundo.

Hacerse enorme y crear sombras con los dedos meñiques.

Hacerse infinita y solo registrar lo que flota en el aire.

Dibujar luces, doblegar sombras, delinear luces, dibujar sombras, decantar luces, despejar sombras, diseñar luces, divagar en sombras.

Hoy, Margarita Garcia Faure intenta tocar las luces de María Eugenia Zapatero a través de las grandes aguas en el invierno de Buenos Aires, mientras en el verano de Madrid una extranjera se mira a sí misma, se doblega y trae en un puñado, luces y sombras que al llegar, cual esponjas mágicas, se engrosan tanto como para ocupar una sala, habitarla e inundarla.

Margarita Garcia Faure

Procesos del cosmos

“Que nos devuelvan el jardín y el prado, la orilla y el bosque y reviviremos nuestras primeras dichas” (Gaston Bachelard).

“No es solamente en la semilla o en la flor, sino en la planta entera, tallo, hojas y raíces, donde se descubren, si quiere uno inclinarse un instante sobre su humilde trabajo, numerosas huellas de una inteligencia perspicaz” (Maurice Maeterlinck).

 En los encuentros y conversaciones de este último verano, durante jornadas largas con altas temperaturas, Solana me contó de su muestra y también me propuso escribir el texto, algo que no me resulta muy sencillo. Pero lo hago porque hace muchos años que acompaño su hermoso proceso creativo y me siento muy cercana a su obra.

Me regala un libro pequeño “La inteligencia de las flores” de Maeterlinck, abogado belga devenido en escritor, que intuyo como un referente importante para comprender la obra de Tixi.

Ya en sus primeras páginas me llama la atención lo que dice acerca de la condena de la planta a la inmovilidad, y al mismo tiempo, de su gran rebelión y de su capacidad para liberarse, organizarse, “vencer el espacio en que el destino la encierra, acercarse a otro reino y penetrar en un mundo moviente y animado”.

En los dibujos, Tixi, recurre a la naturaleza. Cosecha flores nunca jamás antes vistas: un herbario íntimo de flores cuyas formas inventadas, hipnóticas, grandes, en primer plano y de trazos gruesos, emergen con gran fuerza como un tornado de colores hacia el universo aéreo.

Tixi despliega una especie de catálogo de plantas en tamaños y papeles diferentes y mezclando todos los materiales disponibles: crayones, tempera, óleo, pastel.

El proceso la obsesiona, es una jardinera apasionada.

Sobre dibujos de gran formato ensaya montajes con piezas de cerámica que parecen salir del fondo de un jardín, un conjunto que ella misma llama “los sapos”: formas que se enfrentan, encastran, contienen, se protegen con grandes escamas metalizadas.

Tixi escribe:

“Dos sapos abiertos y espejados se encuentran en la oscuridad

conversan en flores

para olvidar su soledad”

En otro montaje, un par de piezas de barro despojadas de todo ornamento, hasta culminar en una arquitectura invisible, se apoyan sobre caligrafías azuladas. Aquí un haiku de Matsuo Basho podría animar un dialogo entre las piezas:

“Despierta despierta

serás mi compañera

mariposa que aún duermes”

Sumergida en un estado de ensueño, Tixi construye un universo imaginario de árboles, plantas y formas engañosas. En mi cabeza suenan las palabras “COSMOS NATURAL” y sueño a Solana en una tarde de verano tomando una limonada con Alexander Von Humboldt que le dice ”La naturaleza establece una comunicación misteriosa con nuestros sentimientos más íntimos”. A su lado, Anna Zemánkóva, pintora outsider, la invita a pintar juntas a las 4 A.M., mientras Georgia O´Keefe en un sillón de cuero negro termina de ver el último capítulo de la serie Cosmos de Carl Sagan.

Alita Olivari

Esto no es texto de muestra, es una invitación a realizar una practica a partir de las pinturas de Nicolas Dominguez Nacif.

 1.     Cerrá los ojos y sentí tu respiración al menos dos inspiraciones y dos exhalaciones.

2.     Parate frente a alguna de las pinturas y recórrela con tu mirada muy lentamente al mismo tiempo que seguís prestando atención a tu respiración.

3.     Mientras continuas mirando la pintura imagina que cada color es una nota y la combinación de los mismos genera cierta melodía. Intenta escucharla.

4.     Observa las formas que en su repetición  y transformación generan un posible ritmo. Sentilo como si fuera una vibración que invade tu cuerpo.

5.     Tomate el tiempo parar mirar cada una de las pintura y escuchar su sonido, integrando el color y la forma.

 Florencia Rodriguez Giles

El lápiz, o la fina barra de grafito, se mueven milímetro a milímetro. Marcan puntos y rayas, como en un braille improvisado por una costurera. Esa levísima vibración hace que se desprendan microscópicos cristales de materia, instantáneamente absorbidos por el papel cuyo grano se hace entonces visible, interviniendo en la cualidad táctil de todo específico segmento centimetral,que empieza a comportarse como una rugosidad desértica, de apariencia terrena pero también repentinamente nubosa. Cintia Fernández Padín hace del ejercicio laborioso y la sapiente prolijidad técnica las claves de toda su concepción física y espacial. Cuando la mirada se aleja del detalle, los delicados trazos tan constreñidos, que ya han avanzado proporcionadamente y con un notable equilibrio de tono y textura, desaparecen para que surja la geografía mayor de extrañas ficciones estructurales. La artista quiere ser tan imaginativa como sistemática, sin perder la cuota de necesario artificio, y entonces deja que la mano avance en la improvisación motriz hasta lograr la conclusiva racionalidad de sus espejismos poliédricos, que se alzan como síntesis de algún remoto paisaje metafísico, una suerte de origami flotante, hecho de absurdos planos facetados y perspectivas forzadas.

El dibujo inventa falsos pliegues y dobleces ortogonales de la superficie en un moderado efecto de trompe d´oeil, que se hace más visible y proporcionalmente inquietante toda vez que el blanco del papel opera como profundidad y abismo, así como la aparente solidez de los terrenos y laderas pétreas de repente se hace blanda y porosa. En cualquier caso, la poética de Fernández Padín se revela como suficientemente dúctil como para generar en la percepción del espectador la ambigua atracción de una empatía esquiva y misteriosa, llena de incógnitas y pistas falsas.

Eduardo Stupía. 

Antiguo como la risa, el juego es una acción inherente al ser humano: libre, natural, desinteresado, punto de partida de imaginación y creación. En este caso, la creación es colectiva: Mara Riviello López y Carolina Levinton crean una serie de ficciones en juguetes de porcelana. Su trabajo surge espontáneamente, en la mesa del taller. Como artistas de oficio que son, se dejan guiar por la cosa misma. Jugando improvisadamente aparecen diálogos entre los personajes, historias que las mismas piezas traen.

Estas escenas son como haikus de nuestra vida en el siglo XXI, pequeñas obras que huyen de la ostentación y sugieren con la sutileza del mundo oriental lo más grotesco del occidental: personajes de Disney en porcelana, playmóbiles con detalles de oro. Escenas que necesitan ser leídas con detenimiento, degustando la delicadeza de minúsculos detalles que producen un quiebre estético y ponen el acento en lo imperfecto.

Un foco de color, una mancha, un toque de negro; la muerte está presente y la ironía acompaña. Al lado de la granja ideal de las jugueterías, donde los animales son todos iguales y felices, el ganado de López Levinton pareciera dialogar con Hipócrates y tomar literal su frase "que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina". Cuadros subyacentes a nuestra vida que ponen de manifiesto la barbaries que vivimos como normales: donde vivir se parece a una marcha zombi hacia la flor dorada, como una fila de las hormigas hacia el tarro de miel donde posiblemente se ahoguen.

Roma Bernardele

Sobre fuerzas que moldean la tierra

En su ensayo Sobre lo Bello y lo Sublime, Kant introduce la idea de lo sublime como una mezcla de displacer y agrado, y la diferencia de lo bello. Mientras el placer tranquilo de lo bello distiende, lo sublime produce un placer unido al terror y genera tensión. Mientras lo bello encanta, lo sublime conmueve. Lo sublime ha de ser siempre grande, dice Kant, “una gran altura es tan sublime como una profundidad”. 

Ángeles, obsesionada con el agua y con el invierno, en la soledad de la cordillera, se atreve a ir en busca de lo sublime. Se aparta de lo bello de las postales patagónicas donde se combinan valles floridos con picos nevados y lagos, para encontrarse con una belleza sombría, inmensa, que revela las potencias que exceden al hombre, que suenan a trueno y tormenta. 

Su obra parte de la observación minuciosa del elemento agua: en todo su recorrido, en todos sus estados. Para hacerlo, realiza verdaderas peregrinaciones por extensos campos de hielo y cordones de glaciares. Sale a la montaña, camina, se sube a la tabla de snowboard, camina, camina, a veces decenas de kilómetros, por senderos de glaciares, por interiores de cuevas, sola, con el equipo a cuestas, en busca de estos encuentros, con cascadas, con trozos de hielo que son como joyas, como tesoros de la tierra que hoy están, pero no sabemos hasta cuándo. Una piedra que se sostiene pero que puede caer en cualquier momento. En ese instante, donde se cruzan lo efímero y lo eterno, toma Ángeles sus fotografías. Fotografías que son intuiciones de un relato que la misma tierra nos cuenta sobre las fuerzas que la moldean. 

Una diferencia fundamental entre lo bello y lo sublime está dada por la presencia o ausencia de forma. Lo bello atañe a la forma del objeto, que consiste en la limitación, mientras que lo sublime, por el contrario “se hallará en un objeto desprovisto de forma”. Esta ausencia se ve muy bien en la obra de Ángeles. En sus fotografías no hay puntos de referencia; en un coqueteo con las escalas, nunca se sabe bien el tamaño ni la forma de las cosas, juega con las similitudes del agua en diferentes estados y confunde al espectador. Una silueta de montaña que pueden ser unas olas del mar. Una cascada que puede ser una tempestad. 

Noche, nostalgia, mucha nostalgia, melancolía, paraíso perdido, querer que todo esté así para siempre. Una corriente subterránea de ideas románticas transita por la obra de Ángeles, poniendo de manifiesto ese temor profundo venido del fondo del universo de saber que el paisaje de siempre ya no será.  

Roma Bernardele

El collage tiene en su origen el juego y también una matriz constructiva: destruir para
armar.
RECORTE V A C I O AUSENCIA

Piernas de mujeres. Vegetación.
A partir del fragmento mínimo crear un instante.
Figuras planas de color negro se contraponen entre sí y se organizan alrededor de un dibujo
central gris claro. Líneas sutiles completan la escena.

Otras veces el negro viene a resaltar la figura en blanco

que no existe.

Pero: ¿qué es lo que transcurre? Intuimos una historia aunque no terminamos de descubrirla.

Aperturas
Una torre. Las obras más “narrativas” nos muestran paisajes de campo, tragos, canastas de
picnic, abrazos. Ventanas ciegas. Luz. La lente de una cámara abre una torre en la torre.

Paisajes calados. Escenas bucólicas. Piedras

No todo es romanticismo. Las letras vienen a romper esa fragilidad del lápiz y la tinta. Se lee:
PUTA, FUCK, o frases inconclusas: M, que viene a marcar, como un punto, la escena que no
vemos.
Intimidad
Rosa pálido. Simple y fuerte a la vez. Ya que la tensión no está entre la mano y la ropa, no está
en la imagen sexual publicitaria vista innumerables veces, sino en el reloj como centro de la
escena. El tiempo que de alguna manera está marcando el PRESENTE de ese momento único e
irrepetible. Nada volverá a ser como antes.

Maria Pia Dalesson

Múltiples desdoblamientos

Inquieta, Alita  va y viene, camina, toma mate, mueve objetos, los apila, se despliegan, dibujos, uno, dos, tres, múltiples, coloridos. En su taller, las esculturas nos miran. Parecieran conversar entre ellas mientras elegimos el corpus de la muestra. Cada una tiene un lugar, una historia, alma. Sus esculturas son como santos protectores. No existe una palabra para definir la obra de Alita. O tal vez la palabra sea ‘ecléctica’. Cómo se puede saltar de Princesas de Disney a la escultura griega? De Pinocho a Liliana Maresca? Hablar con ella es escuchar nombres de toda la historia del arte. Porque sin duda, Alita estudia, mucho, se nutre constantemente. En su obra pueden verse aspectos de la escultura griega, prehispánica, jesuítica, barroca. La abstracción y el color de Hilma af Klint en sus dibujos. Su obra se acerca a lo universal y a lo sagrado. Los dibujos no están concebidos como bocetos, sino que son parte de una visión total. Sobre el papel blanco, los distintos personajes se arman, tanto a partir de la línea como del color. Una constante es la aparición de líneas paralelas que delimitan un elemento particular (mano, rostro, cuerpo), en tanto que el resto de la figura descansa en planos de color. Un juego dinámico entre lleno y vacío, entre lo acabado y lo inacabado.   De la misma forma las máscaras parecieran no terminar en un plano. No son máscaras pulidas y suaves, sino rotas y ásperas. Allí el dibujo, aguado, sutil, nos alivia. Cuánto vemos? Cómo nos ven los otros? Cuánto de estático hay en cada uno? Ser uno implica dejar atrás un sinfín de otros. En las culturas donde el hombre ceremonial se colocaba una máscara representativa de un animal, un dios o un espíritu, creía convertirse en aquel Ser. Imitar sus actitudes y movimientos. Agarremos la máscara y veamos en qué creemos convertirnos.  

Pía Dalesson

Cuando el viaje es señuelo donde descubrir lo infinito en lo particular, Emma Livingston acierta al perfil de su trabajo fotográfico. Allí, coqueteando con una técnica dura, las vuelve imágenes llenas del encanto sensual de lo hecho a mano. Es la captación de un instante de encuentro con la inmensidad del paisaje, donde mana el asombro. El maravilloso momento  donde en la máxima aproximación, se halla lo inconmensurable del macrocosmos.

Ahora, esta forma visual, que reúne lo vasto en un fragmento particular se vuelve hoja, y se revela, como en dibujo coloreado. Las fuerzas sobrenaturales de un mar abstraído del océano son ahora dispuestas en una de las formas simbólicas más fuertes, el círculo. Aquello que lo engloba todo, que reúne en sí todas las partes en un movimiento constante sin interferencias. Es a través de ese inesperado impacto producto de lo natural, lo que nos abre al instante del silencio. Desde allí, Livingston con su mirada profunda logrará el diálogo entre formas, del océano en un caso, a una perspectiva de cielo estrellado. En otros, hacia una “pintura metalizada”. La enmarañada flora deja por debajo lo profundo del universo, allí, donde puede descubrirse la historia más añeja y preciosa del acto de la creación. Son fragmentos de naturaleza sin lugar. Aquí, son el universo mismo, único marco infinito de los elementos. Aguas de ir y venir, hojas caídas o meciéndose con las ramas, aires con sus danzas entre los objetos naturales, son los protagonistas del paso del tiempo con su eterna presencia. Pero siempre, en constante transformación. En este trabajo, se manifiesta el  sutil y maravilloso encanto de la infinita variedad dentro de la misma especie. Siempre lo mismo, jamás iguales.  Son un fragmento y son el todo, en la forma del asombro.

Dánitza Pardo Méndez

De la montaña se eleva la vida. De ella brota la fuente que al fluir se convierte en río. Montaña y río encarnan por excelencia los dos principios vitales Ying/Yang. El río fluye, fecunda las llanuras. Marcando el paso del tiempo. El agua del río se vapora en su recorrido, los vapores suben al cielo, se transforman en nubes y vuelven a caer en forma de lluvia o nieve sobre la montaña para alimentar de nuevo al río en su fuente. Así culmina un perfecto movimiento circular entre tierra y cielo. La montaña lanza su llamado hacia el mar, el mar responde a la montaña. Hay belleza en esta ley de vida. Me pregunto, ¿será que todo lo vivo proviene de la montaña?

Habitan en paisajes oníricos,

emociones que fabrican espacios.

Componen melodias,

el combate de los gestos

con las palabras.

albergan acertijos e ideas.

las rutas que viven y flotan

entre la vigilia y el sueño. 

Sentir nostalgia / pensar el miedo / soy el jardín.

El verde, las hormigas / todo amenaza / los brotes en guerra / contra la rama en calma / la pugna de la flor por abrirse / es violencia en silencio.

Parece un relato / pretende un poema / es un jardín.

Miranda Rosa

(dedicado a Lucia)

“Nada será como antes. Pensaba que algún día volvería a ver Epecuén como en sus días de gloria. Pero no, nada volverá a ser como antes de aquel 10 de noviembre de 1985, cuando el dique, que protegía la villa se desintegró. Sus aguas de sal avanzaron, turbias y agitadas, por la ciudad.

Durante 16 días, el agua salada -antes nuestra bendición- se transformo en nuestra ruina. Cubrieron todo: nuestra iglesia, el local de Santilla, el puesto policial Don Suarez, el castillo de la señora Maria Ernestina Rio Allaine, todo bajo toneladas de agua. 

Luego de 26 años el agua empezó a ceder, y así reveló la ciudad totalmente corroída por la sal. 

Curiosos del mundo vinieron en búsqueda de la desolación, del óxido, del abandono, de la soledad y la melancolía. Cuando me ven acá, se asombran. Yo, aquí, tan solo con nada más que mis memorias, ansiando por esa época dorada. Perdí mi cordura? Es lo que dicen. 

Nací, crecí, caí, lloré, sufrí, trabajé, aprendí, naufragué en el silencio, amé y probablemente moriré en esta tierra, que hoy es apenas vestigio de lo que fue. 

La nostalgia es casi tan frecuente como el sol.” 

Inspirado en el relato de Pedro, último hombre de Epecuén